Está alineada con las recomendaciones médicas de las guías de práctica clínica y de las principales sociedades científicas a nivel internacional. Esta especialidad nació en los Estados Unidos en los años 90 cuando los médicos y científicos investigaron los hábitos de vida de pacientes en distintos tratamientos, y notaron que, al cambiar la alimentación, incorporar actividad física y, por ejemplo, realizar prácticas como mindfulness, se iban sumando ejes de salud que lograban revertir ciertas dolencias, ya hoy más en auge y expandiéndose por todo el mundo.

La medicina de Estilo de Vida tiene una orientación más preventiva, con la peculiaridad de modificar el terreno que predispone a las enfermedades crónicas no transmisibles de mayor prevalencia en la población, algunas de ellas son, enfermedades cardiovasculares, renales, autoinmunes, digestivas, inflamación crónica de bajo grado, etc. Todas ellas además de ser prevenibles, también se pueden tratar, e incluso revertir con intervenciones en los hábitos de los consultantes.

La mayor parte de la sociedad desconoce las posibilidades de mejorar su bienestar modificando el estilo de vida, por eso la medicina de Estilo de Vida nos muestra una forma de remediarlo, apuntando a potenciar el funcionamiento de nuestro organismo, alinearnos con los ritmos biológicos y volver a poner en marcha mecanismos de reparación y funcionamiento que hoy se ven entorpecidos por el estilo de vida actual.